El derecho a recibir una educación y la obligación de impartirla: el modelo del país nipón
- Sentidos Económicos
- 9 jul 2020
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Actualizado: 19 jul 2020
La educación japonesa es reconocida a nivel mundial por su eficiencia y está relacionada con las peculiaridades sociales del país asiático, la meritocracia se ha forjado como uno de los pilares de desarrollo no solo en el sector educativo sino también en el empresarial.

Este reconocimiento no es una condecoración que nace del imaginario de la sociedad, por el contrario, es la respuesta a sus resultados en pruebas de conocimiento internacional como la PISA o la TIMSS donde los expertos resaltan la disciplina y la alta calidad de los estudiantes del país nipón en el que su ministro de educación, cultura, deporte, ciencia y tecnología; Masahiko Shibayama, ha anunciado que el sistema podría ser exportado con éxito a otros países asiáticos, de Oriente Medio y de África.
El índice de escolarización obligatoria del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo se encuentra ubicado en el 99.8% tanto en centros de estudio estatales como privados y de acuerdo con la UNESCO la tasa de alfabetización de la población adulta está en el 99.0%, comparadas con las mismas tasas de China, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, Australia o Canadá.
De acuerdo con la ley de educación japonesa, la primera etapa de desarrollo escolar para la infancia y adolescencia temprana apelada como futsūkyōiku se considera un estribo del bienestar, el desarrollo sostenible y sustentable para el Estado democrático, adicionalmente en esta fase –que designa a padres o tutores brindarla a niños en función de obligatorio cumplimiento– proporciona los conocimientos básicos para el desarrollo integral de ciudadanos sanos y ejemplares.
Desde los tres años los niños ingresan al jardín de infancia, esta primer fase no hace parte del sistema educativo la inclusión es de carácter pago y optativa, posteriormente, finalizando el primer trimestre del año todo niño mayor de seis años debe quedar matriculado en la escuela primaria; este primer ciclo dura seis años para que una vez llegada la adolescencia temprana ingresen a la escuela intermedia. Los primeros nueve años de educación (del programa escolar) con clases y materiales gratuitos en las escuelas públicas no tienen exámenes de ingreso, por otra parte, otros gastos como viajes escolares, uniformes y alimentación están a cargo de las familias.
De igual forma, niños extranjeros residentes en el país asiático aunque no tienen obligación de asistir a la escuela, podrían matricularse en las mismas condiciones sin coste por la educación o los materiales básicos.
Tras completar los dos primeros ciclos el adolescente tiene varias opciones para continuar sus espacios académicos, la educación secundaria o una educación especializada en bienestar social, agricultura, entre otras. Esta opción la puede tomar a tiempo completo o medio tiempo teniendo espacio para trabajar, incluso en casos donde el estudiante debe retirarse de esta etapa puede presentar un examen ante el Ministerio de Educación del país que le permite certificarse en el mismo nivel educativo de quienes lo completan, lo que les permite tener las calificaciones y certificados para aplicar a cualquier universidad.
Adicionalmente, en Japón existen instituciones denominadas “colegios vocacionales” cuyo único requisito de ingreso es haber culminado la secundaria, estos, forman y brindan las herramientas necesarias para la inserción de los jóvenes en el mundo laboral.
¿Qué hace diferente la educación nipona?
El ministerio de educación, cultura, deporte, ciencia y tecnología establece los lineamientos fundamentales y básicos de todas las asignaturas del país asiático, de esta manera se controla el objetivo principal y los contenidos de las mismas. Las directrices son revisadas cada diez años estableciendo de esta manera un plan de estudios a nivel nacional. Esto se fundamenta en que la legislación educativa es muy estable; la ley fundamental de educación presenta vigencia desde 1947 y con sus últimas actualizaciones en el 2013 se ha involucrado temas como el respeto por la tradición, cultura, amor por la patria y civismo.
Japón se centra en la integridad de la “educación del saber” con la “educación del hacer” y se tiene como principio de la sociedad japonesa en general, la recompensa ante el esfuerzo lo que promueve la alta competitividad. En su modelo, el éxito se sobresalta en el esfuerzo más que en la inteligencia o habilidades innatas; un modelo de meritocracia que fomenta la consecución de buenos resultados en pro de mayores oportunidades de calidad en términos de formación, empleo y por otra parte una mayor aprobación social y familiar.
Los esquemas de competitividad son altos y no es una excepción en los programas escolares que toman exámenes de ingreso bastante rigurosos para las mejores instituciones de educación superior y universidades más acreditadas. Adicionalmente los currículos tienen como pilar fundamental que los estudiantes dominen la resolución de problemas independientemente de las asignaturas; se propende que los alumnos no se limiten a seguir procedimientos específicos sino cual es la causa del problema para conseguir una solución. Los procesos de contextualización aumentan las destrezas generales y la experiencia para su futuro laboral.
Por otra parte las instituciones escolares no solo son centros de estudio de los alumnos; los niños y jóvenes colaboran en la limpieza u otras labores que desde occidente se llamarían administrativas, para tal efecto, los estudiantes forman grupos y clubes para tales labores; adicionalmente se fomenta por medio del gobierno escolar actividades deportivas, salidas pedagógicas, culturales y actividades como las artes, la música o la ciencia. La sociedad nipona demuestra a través de estos esquemas que tales actividades favorecen el entorno escolar, la resolución de problemas, el trabajo en equipo y la unidad para logros y fines comunes.
Adicionalmente, en todas las etapas escolares se establece un esquema diario de tareas de todas las asignaturas y entre otras cosas deben practicar los cuatro estilos de escritura (Hiragana, Katakana, Kanji y Rōmaji). En vacaciones de verano e invierno es ineludible el hecho que también realicen deberes, estos generalmente son basados en proyectos que ellos mismos pueden elegir. En cuanto a las horas dedicadas al estudio se encuentra dentro del promedio de la región (8 horas diarias); la diferencia es que se ocupa espacios extracurriculares, clases de refuerzo y otras actividades que incluso se imparten los días sábado y domingo, tales como instrumentos musicales o deportes impartidos dentro del currículo de las aulas de clase. Además, las vacaciones suelen ser de periodos muy cortos.
A todo lo anterior se debe resaltar el papel de los maestros quienes históricamente han sido muy respetados y se les exige estar bien preparados. De acuerdo con la tradición japonesa los maestros eran procedentes de las más altas clases de la sociedad inclusive de rangos Samurai y aunque en la actualidad cualquier persona podría optar por el título de maestro el respeto a éstos se mantiene intacto. De igual forma, la profesión de maestro es de acuerdo con indicadores, una de las mejor pagas de país; lo que aumenta su demanda y permite generar un mejor estándar competitivo para los puestos, siendo que desde el Ministerio de educación se les exige una formación continua con renovaciones de certificados de su profesión cada cierto periodo (actualmente cada diez años).
Finalmente se hace implícito el incentivo por el trabajo en equipo, donde el educar se convierte en trabajo y deber de todos. Los alumnos que apoyan o ayudan a sus compañeros con dificultades académicas o particulares son destacados. De igual forma los maestros cuentan con diferentes herramientas y procesos pedagógicos para garantizar la educación de los estudiantes con diferentes problemas de aprendizaje.
Adicionalmente la implementación de grupos de trabajo tiende a ramificarse más allá de las aulas, puesto que los padres tienen como responsabilidad y deber social fomentar la educación en su hogar profesionalizando casi de manera ineludible cuando los casos son necesarios. De esta manera la comunicación continua entre los hogares y las escuelas es personalizada y fomenta el desarrollo del proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Concluyendo, dentro la cultura del país nipón cualquier fracaso escolar de un niño es considerado un fracaso para el núcleo familiar, aunque es cierto que existe una mitificación de las capacidades de los niños y jóvenes japoneses, no se desconoce de su inteligencia y creatividad; es solo un resultado de las virtudes del sistema educativo lleno de conocimientos, constancia y disciplina que inicia desde el Estado, pasando por cada institución educativa complementándolo con los hogares y la sociedad en general.
Por: Jhon J. Arteaga Rojas
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